Las oraciones, exámenes,
reflexiones, actos de renuncia de nuestra propia voluntad, de arrepentimiento
por nuestros pecados, de desprecio propio, realizado todo a los pies de María,
ya que por Ella esperamos la luz para conocemos a nosotros mismos.
Junto a Ella, podremos
medir el abismo de nuestras miserias sin desesperar. Debemos emplear todas
nuestras acciones piadosas en pedir un conocimiento propio y el arrepentimiento
de nuestros pecados: y debemos hacer esto con espíritu de piedad. Durante este
período, consideraremos tanto la oposición que existe entre el espíritu de Jesús
y el nuestro, como el miserable y humillante esta-do en que nos han reducido
los pecados.
Además, siendo la
verdadera devoción una manera fácil, corta, segura y perfecta para llegar a esa
unión con Nuestro Señor, que es la perfección a la imitación de Cristo.
Entraremos decididamente por este camino, firmemente convencidos de nuestra
miseria e incapacidad. Pero, ¿cómo conseguir esto sin el conocimiento de sí
mismo?
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