miércoles, 15 de agosto de 2018

Décimo Día: En despreciando el mundo, es dulce cosa servir a Dios


Momento de Iluminación: (Imitación de Cristo, libro III, cap. 10)

Que no tiene el hombre de sí bien alguno ni cosa de qué alabarse

El Alma.- 1. Señor, "¿qué es el hombre para que te acuerdes de él, o el hijo del hombre para que le visites?" (Sal 8,5).
¿Qué ha merecido el hombre para que le dieses tu gracia?
Señor, ¿de qué me puedo quejar si me desamparas? ¿O cómo justamente podré contender contigo si no hicieres lo que pido?
Por cierto, una cosa puedo yo pensar y decir con verdad: Nada soy, Señor, nada puedo, nada bueno tengo de mí; mas en todo estoy falto y camino siempre a la nada.
Y si ni soy ayudado e instruido interiormente por ti, me vuelvo enteramente tibio y disipado.

2. "Mas tú, Señor, eres siempre el mismo" (Sal 101,27), y permaneces eternamente, siempre bueno, justo y santo, haciendo todas las cosas bien, justa y santamente, y ordenándolas con sabiduría. Pero yo, que soy más inclinado a caer que aprovechar, no persevero siempre en un estado, y me mudo siete veces cada día.
Mas luego me va mejor cuando te dignas alargarme tu mano auxiliadora porque tú solo, sin humano favor, me puedes socorrer y fortalecer, de manera que no se mude más mi semblante, sino que a ti solo se convierta y en ti descanse mi corazón.

3. Por lo cual, si yo supiese bien desechar toda consolación humana, ya sea para alcanzar devoción, ya por la necesidad que tengo de buscarte, pues no hay hombre que me consuele, entonces con razón podría yo esperar en tu gracia y alegrarme con el don de la nueva consolación.

4. Gracias sean dadas a ti, de quien viene todo, siempre que me sucede algún bien.
Porque delante de ti yo soy vanidad y nada, hombre mudable y flaco.
¿De dónde, pues, me puedo gloriar o por qué deseo ser estimado?
¿Por ventura de la nada? Pero esto es vanísimo.

Verdaderamente, la vanagloria es una mala pestilencia y grandísima vanidad, porque nos aparta de la verdadera gloria y nos despoja de la gracia celestial.
Porque contentándose un hombre a sí mismo, te descontenta a ti; cuando desea las alabanzas humanas, es privado de las virtudes verdaderas.

5. La verdadera gloria y alegría santa consiste en gloriarse en ti y no en sí; gozarse en tu nombre y no en la propia virtud, ni deleitarse en criatura alguna sino por ti.
Sea alabado tu nombre, no el mío; engrandecidas sean tus obras, no las mías; bendito sea tu santo nombre, y no me sea atribuida parte alguna de las alabanzas de los hombres.
"Tú eres mi gloria" (Sal 3,3); tú, la alegría de mi corazón.
En ti me gloriaré y gozaré todos los días; "mas de mi parte no hay de qué, sino de mis flaquezas" (2Cor 12,5).
Busquen los judíos la gloria que se dan unos a otros; yo buscaré la gloria que viene solamente de Dios (Jn 5,44; 8,50).
Porque toda la gloria humana, toda la honra temporal, toda la alteza del mundo, comparada con tu eterna gloria, es vanidad y necedad.
¡Oh verdad mía y misericordia mía, Dios mío, Trinidad bienaventurada; a ti solo sea alabanza, honra, virtud y gloria para siempre jamás!

Momento de Reflexión: En despreciando el mundo, es dulce cosa servir a Dios  
Otra vez hablaré, Señor, ahora, y no callaré. Diré en los oídos de mi Dios, mi Señor y mi Rey, que está en el cielo:
¡Oh Señor, cuán grande es la abundancia de tu dulzura, que escondiste para los que te temen! Pero, ¿qué eres para los que te aman, y qué para los que te sirven de todo corazón?
Verdaderamente es inefable la dulzura de tu contemplación, la cual das a los que te aman.
En esto me has mostrado singularmente tu dulce caridad, en que cuando yo no existía me criaste, y cuan-do erraba lejos de Ti, me convertiste para que te sirviese, y me mandaste que te amase.
¡Oh fuente de amor perenne! ¿Qué diré de Ti? ¿Cómo podré olvidarme de Ti, que te dignaste acordarte de mí aun después que yo me perdí y perecí?
Usaste de misericordia con tu siervo sobre toda esperanza, y sobre todo merecimiento me diste tu gracia y amistad.
¿Qué te volveré yo por esta gracia? Porque no se concede a todos que, dejadas todas las cosas, renuncien al mundo y escojan vida retirada.
¿Por ventura es gran cosa que yo te sirva, cuando toda criatura está obligada a servirte?
No me debe parecer mucho servirte, sino más bien me parece grande y maravilloso que Tú te dignaste recibir por siervo a un tan pobre e indigno y unirle con tus amados siervos.
Tuyas son, pues, todas las cosas que tengo y con que te sirvo.
Pero, por el contrario, Tú me sirves más a mí que yo a Ti.
El cielo y la tierra que Tú criaste para el servicio del hombre, están prontos, y hacen cada día todo lo que les has mandado; y esto es poco, pues aun has destinado los ángeles para servicio del hombre.
Mas a todas estas cosas excede el que Tú mismo te dignaste servir al hombre, y le prometiste que te darías a Ti mismo.
¿Qué te daré yo por tantos millares de beneficios? ¡Oh! ¡Si pudiese yo servirte todos los días de mi vida!
¡Oh! ¡Si pudiese solamente, siquiera un solo día, hacerte algún digno servicio!
Verdaderamente Tú solo eres digno de todo servicio, de toda honra y de alabanza eterna.
Verdaderamente Tú solo eres mi Señor, y yo soy un pobre siervo tuyo, que estoy obligado a servirte con todas mis fuerzas, y nunca debo cansarme de alabarte.
Así lo quiero, así lo deseo; y lo que me falta, ruégote que Tú lo suplas.
Grande honra y gran gloria es servirte, y despreciar todas las cosas por Ti.
Por cierto, grande gracia tendrán los que de toda voluntad se sujetaren a tu santísimo servicio.
Hallarán la suavísima consolación del Espíritu Santo los que por amor tuyo despreciaron todo deleite carnal. (Imitación de Cristo, libro III, cap. 10)

Momento de Confrontación:

Pregúntate
¿Qué tan cerca estas de Dios?
¿Cuán limpio y puro esta mi corazón? Tener el corazón puro es muy importante para poder estar cerca de Dios aquí en la tierra y después estar con El en el cielo; también para conocerlo con la Luz que nos da a través de la Fe.

Desde el día 1º hasta el día 12º practica la virtud de: Pureza de Corazón

Realizar las oraciones de todos los días dispuestas para esta primera fase

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