Los actos de amor, afectos piadosos hacia la Santísima
Virgen, imitación de sus virtudes, especialmente su humildad profunda, su fe
viva, su obediencia ciega, su continua oración mental, su mortificación en
todas las cosas, su pureza incomparable, su caridad ardiente, su paciencia
heroica, su dulzura angelical y su sabiduría divina: «siendo esto» como dice
San Luis María Grignion de Montfort, «las diez virtudes principales de la
Santísima Virgen».
Tenemos que unimos a Jesús por María, ésta es la
característica de nuestra devoción; por tanto, San Luis María Grignion de
Montfort nos pide que nos empleemos a fondo para adquirir un conocimiento de la
Santísima Virgen.
María es nuestra soberana y nuestra medianera, nuestra
Madre y nuestra Señora.
Esforcémonos, pues, en conocer los efectos de esta
realeza, de esta mediación, y de esta maternidad, así como las grandezas y
prerrogativas que son los fundamentos o consecuencias de ello.
Nuestra Santísima Madre también es perfecta, un molde
en donde podemos ser moldeados para poder hacer nuestras sus intenciones y
disposiciones.
Esto no lo conseguiremos sin estudiar la vida interior
de María, o sea, sus virtudes, sus sentimientos, sus acciones, su participación
en los misterios de Jesucristo y su unión con Él.
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