Veni, Creator Spiritus
Ven, Espíritu Creador,
visita las mentes de tus
siervos,
llena de la gracia de lo alto
los pechos que Tú creaste.
Tú, que eres llamado Paráclito,
don de Dios altísimo,
fuente viva, fuego, amor,
y unción espiritual.
Tú septiforme en el don,
dedo de la paterna diestra,
Tú, auténtica promesa del
Padre,
que enriqueces las lenguas con
palabras.
Enciende lumbre en los
sentidos,
infunde amor en los corazones,
corroborando con vigor
constante
la fragilidad de nuestro
cuerpo.
Rechaza más y más lejos al
enemigo,
concede prontamente la paz,
yendo así Tú delante como guía,
evitemos todo mal.
Haz que por ti conozcamos al
Padre
y conozcamos también al Hijo
y por ti, Espíritu de
entrambos,
creamos en todo tiempo.
A Dios Padre sea la gloria
y al Hijo, que entre los
muertos resucitó,
y al Paráclito
por los siglos de los siglos.
Amén.
Ave Maris Stella
Salve, Estrella del mar,
Madre, que diste a luz a Dios,
quedando perpetuamente Virgen,
feliz puerta del cielo.
Pues recibiste aquel Ave
De labios de Gabriel,
ciméntanos en la paz,
trocando el nombre de Eva.
Suelta las prisiones a los
reos,
da lumbre a los ciegos,
ahuyenta nuestros males,
recábanos todos los bienes.
Muestra que eres Madre,
reciba por tu mediación
nuestras plegarias
el que nacido por nosotros,
se dignó ser tuyo.
Virgen singular,
sobre todos suave,
haz que libres de culpas,
seamos suaves y castos.
Danos una vida pura,
prepara una senda segura,
para que, viendo a Jesús,
eternamente nos gocemos.
Gloria sea a Dios Padre,
loor a Cristo altísimo
y al Espíritu Santo:
a los tres un solo honor.
Amén.
Magnificat
Proclama mi alma la grandeza
del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios,
mi salvador,
porque ha mirado la humildad de
su esclava.
Desde ahora me felicitarán
todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho
obras
grandes en mí y su nombre es
santo.
Y su misericordia llega a sus
fieles
de generación en generación
sobre los que le temen.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de
corazón,
derriba del trono a los
poderosos
y enaltece a los humildes;
a los hambrientos los colma de
bienes
y a los ricos los despide
vacíos.
Acogió a Israel su siervo,
acordándose de su misericordia
-como la había prometido a
nuestros padres-
en favor de Abraham
y su descendencia para siempre.
Gloria al Padre y al Hijo y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora
y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén.
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