TERCER DÍA
En
el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo
1. Oración
Inicial
2. Meditación del
día: Los Escritos de Juan Pablo II:
Durante
el Pontificado de Juan Pablo II, La Familia fue uno de los temas en las que más
profundizó. Juan Pablo II muchas veces utilizó la expresión de La familia como
Ecclesiola, iglesia doméstica lo que demuestra la importancia del sacramento
del matrimonio, que identifica la unión de la pareja con la de Cristo con la
Iglesia; y la grandeza de la familia, que se deriva de este sacramento.
1.
Familiaris
Consortio Exhortación apostólica sobre la misión de la familia en el mundo
actual.
2.
Encíclica
Evangelium Vitae Encíclica de Juan Pablo II, 1995, se refiere a la bioética, a
la cultura de la muerte, así como a temas específicos algunos de ellos: aborto,
eutanasia, anticoncepción y sexualidad
3.
Mulieris
Dignitatem Carta Apostólica sobre la dignidad y la vocación de la mujer, en
ocasión del año Mariano
4.
Teología del
Cuerpo Visión de Juan Pablo II sobre el amor humano
5.
Carta a las
familias Escrita con motivo del Año Internacional de las Familias 1994
6.
Dilecti amici
Carta apostólica a los jóvenes y las jóvenes del mundo en ocasión del año
internacional de la juventud
7.
Carta de Juan
Pablo II a los ancianos Juan Pablo II se dirigió a los ancianos y a todos los
cristianos para reivindicar la valoración y dignidad de las personas mayores
como testigos de una época y depositarios de la memoria colectiva
8.
Carta de Juan
Pablo II a los niños Con motivo de la Navidad, el Papa Juan Pablo II, escribe
una carta a los niños de todo el mundo
9.
La santidad del
matrimonio Homilía en la misa en la catedral de San Sebastián, 04/10/1997.
10. Compromiso
por la promoción de la familia, Catequesis en las audiencias generales de los
miércoles, 01/12/1999
11. Juan
Pablo II, pensamientos sobre la familia
Tercer día: Los hijos, don preciosísimo del
matrimonio (Familiaris Consortio 14)
Según
el designio de Dios, el matrimonio es el fundamento de la comunidad más amplia
de la familia, ya que la institución misma del matrimonio y el amor conyugal
están ordenados a la procreación y educación de la prole, en la que encuentran
su coronación.
En
su realidad más profunda, el amor es esencialmente don y el amor conyugal, a la
vez que conduce a los esposos al recíproco «conocimiento» que les hace «una
sola carne», no se agota dentro de la pareja, ya
que los hace capaces de la máxima donación posible, por la cual se
convierten en cooperadores de Dios en el don de la vida a una nueva persona
humana. De este modo los cónyuges, a la vez que se dan entre sí, dan más allá
de sí mismos la realidad del hijo, reflejo viviente de su amor, signo
permanente de la unidad conyugal y síntesis viva e inseparable del padre y de
la madre.
Al
hacerse padres, los esposos reciben de Dios el don de una nueva
responsabilidad. Su amor paterno está llamado a ser para los hijos el signo
visible del mismo amor de Dios, «del que proviene toda paternidad en el cielo y
en la tierra».
Sin
embargo, no se debe olvidar que incluso cuando la procreación no es posible, no
por esto pierde su valor la vida conyugal. La esterilidad física, en efecto,
puede dar ocasión a los esposos para otros servicios importantes a la vida de
la persona humana, como por ejemplo la adopción, la diversas formas de obras
educativas, la ayuda a otras familias, a los niños pobres o minusválidos.
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