miércoles, 17 de octubre de 2018

Novena a San Juan Pablo II - Día 5: DE LA FAMILIA NACE LA PAZ DE LA FAMILIA HUMANA - La familia, célula primera y vital de la sociedad


QUINTO DÍA
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo

1. Oración Inicial:

2. Meditación del Día: Mensaje de su Santidad Juan Pablo II para la celebración de la XXVII Jornada Mundial de la Paz - 1 de enero de 1994 - De La Familia Nace La Paz De La Familia Humana

1. El mundo anhela la paz, tiene urgente necesidad de paz. Y sin embargo, guerras, conflictos, violencia en aumento, situaciones de inestabilidad social y de pobreza endémica continúan cosechando víctimas inocentes y generando divisiones entre los individuos y los pueblos. ¡La paz parece, a veces, una meta verdaderamente inalcanzable! En un clima gélido a causa de la indiferencia y envenenado a veces por el odio, ¿cómo esperar que venga una era de paz, que sólo los sentimientos de solidaridad y amor pueden hacer posible?
No obstante, no debemos resignarnos. Sabemos que, a pesar de todo, la paz es posible porque está inscrita en el proyecto divino originario.
Dios quiere que la humanidad viva en armonía y paz, cuyo fundamento está en la naturaleza misma del ser humano, creado "a su imagen". Esta imagen divina se realiza no solamente en el individuo, sino también en aquella singular comunión de personas que se establece entre un hombre y una mujer, unidos hasta tal punto en el amor, que vienen a ser "una sola carne" (Gén 2,24). En efecto, está escrito: "A imagen de Dios le creó, macho y hembra los creó" (Ibíd. 1,27). A esta específica comunidad de personas el Señor ha confiado la misión de dar la vida y cuidarla, formando una familia y contribuyendo así de modo decisivo a la tarea de administrar la creación y de proveer al futuro mismo de la humanidad.
La armonía inicial fue rota por el pecado, pero el plan originario de Dios continúa vigente. La familia sigue siendo, por ello, el verdadero fundamento de la sociedad (Gaudium et spes, 52) y constituye —como se afirma en la Declaración Universal de los Derechos del Hombre— "el núcleo natural y fundamental"(Artículo 16, 3).
La contribución que ella puede ofrecer también para la salvaguardia y promoción de la paz es de tal manera determinante, que deseo aprovechar la ocasión que me ofrece el Año Internacional de la Familia para dedicar este Mensaje, en la Jornada Mundial de la Paz, a reflexionar sobre la estrecha relación que existe entre la familia y la paz. Hago votos para que dicho Año constituya para cuantos desean contribuir a la búsqueda de la verdadera paz —Iglesias, Organismos religiosos, Asociaciones, Gobiernos, Instancias internacionales— una ocasión propicia para estudiar juntos cómo ayudar a la familia a fin de que realice en plenitud su función insustituible de constructora de paz.
·      La familia: comunidad de vida y de amor.
·      La familia: víctima de la ausencia de paz
·      La familia: protagonista de la paz.
·      La familia al servicio de la paz.
Familia, ¡vive de manera concorde y plena tu misión!
Y, finalmente, ¿cómo olvidar a tantas personas que, por varios motivos, se sienten sin familia? A ellas quiero decir que tienen también una familia: La Iglesia es casa y familia para todos (Cf. Familiaris consortio, 85). La misma Iglesia abre de par en par las puertas y acoge a cuantos están solos o abandonados; en ellos ve a los hijos predilectos de Dios, cualquiera que sea su edad, cualesquiera que sean sus aspiraciones, dificultades y esperanzas.
¡Que la familia pueda vivir en paz, de tal manera que de ella brote la paz para toda la familia humana!
Esta es la súplica que por intercesión de María, Madre de Cristo y de la Iglesia, elevo a Aquel "de quien toma nombre toda familia en el cielo y en la tierra" (Ef 3,15), en el alba del Año Internacional del Familia.

Quinto día: La familia, célula primera y vital de la sociedad (Familiaris Consortio 42).
«El Creador del mundo estableció la sociedad conyugal como origen y fundamento de la sociedad humana»; la familia es por ello la «célula primera y vital de la sociedad». La familia posee vínculos vitales y orgánicos con la sociedad, porque constituye su fundamento y alimento continuo mediante su función de servicio a la vida. En efecto, de la familia nacen los ciudadanos, y éstos encuentran en ella la primera escuela de esas virtudes sociales, que son el alma de la vida y del desarrollo de la sociedad misma.
Así la familia, en virtud de su naturaleza y vocación, lejos de encerrarse en sí misma, se abre a las demás familias y a la sociedad, asumiendo su función social.

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