Canto de
entrada: Dame un nuevo Corazón
Lectura
Bíblica. San Juan 19, 25-27
5 Cerca de la cruz de Jesús estaba su madre, con María,
la hermana de su madre, esposa de Cleofás, y María de Magdala. Jesús, al ver a
la Madre y junto a ella al discípulo que más quería, dijo a la Madre: “Mujer,
ahí tienes a tu hijo.” Después dijo al discípulo: “Ahí tienes a tu madre.” Y
desde aquel momento el discípulo se la llevó a su casa. Palabra del Señor
Tema del
día: El 30 de mayo de 1862, Don Bosco compartió con sus jóvenes un sueño
que había tenido unos días antes: un barco estaba a punto de naufragar por los
ataques que recibía de sus enemigos, pero el Papa lo guió entre dos columnas
que emergieron del mar.
Juntos interpretaron lo que años más tarde se ha
considerado una visión o una profecía: el barco representaba a la Iglesia y las
dos columnas que le permitieron entrar a puerto –al cielo- eran la Virgen María
y el Santísimo Sacramento.
Así describe san Juan Bosco en sus Memorias
biográficas la persecución que sufre la Iglesia en su sueño:
“En toda aquella superficie líquida se ve una
multitud incontable de naves dispuestas en orden de batalla, cuyas proas
terminan en un afilado espolón de hierro
a modo de lanza que hiere y traspasa
todo aquello contra lo cual llega a chocar. Dichas naves están armadas de
cañones, cargadas de fusiles y de armas de diferentes clases; de material
incendiario y también de libros, y se dirigen contra otra embarcación mucho más
grande y más alta, intentando clavarle el espolón, incendiarla o al menos hacerle el mayor daño posible”.
Pero, continúa escribiendo este educador para quien
los sueños eran una auténtica manifestación de los deseos de Dios, “en medio de
la inmensidad del mar se levantan, sobre las olas, dos robustas columnas, muy
altas, poco distante la una de la otra. Sobre una de ellas campea la estatua de
la Virgen Inmaculada, a cuyos pies se ve un amplio cartel con esta inscripción:
Auxilium Christianorum. Sobre la otra columna, que es mucho más alta y más
gruesa, hay una Hostia de tamaño proporcionado al pedestal y debajo de ella
otro cartel con estas palabras: Salus credentium”.
Cuando el capitán, el Papa, “guía la nave hacia las
dos columnas, y al llegar al espacio comprendido entre ambas, la amarra con una
cadena que pende de la proa a un áncora de la columna que ostenta la Hostia; y
con otra cadena que pende de la popa la sujeta de la parte opuesta a otra
áncora colgada de la columna que sirve de pedestal a la Virgen Inmaculada.
Entonces se produce una gran confusión”.
Todos los enemigos huyen, se dispersan, chocan
entre sí y se destruyen mutuamente y en el mar reina una calma absoluta.
Juan Bosco descifró algunos significados de este
sueño: “Las naves de los enemigos son las persecuciones. Se preparan días
difíciles para la Iglesia. Lo que hasta ahora ha sucedido es casi nada en
comparación a lo que tiene que suceder”, decía a finales del siglo XIX.
“¡Sólo quedan dos medios para salvarse en medio de
tanto desconcierto! -añadía, en una afirmación válida también para hoy-:
devoción a María Santísima; frecuencia de Sacramentos: Comunión frecuente,
empleando todos los recursos para practicarlos nosotros y para hacerlos
practicar a los demás siempre y en todo momento”.
Momento para la reflexión Personal o Comunitaria.
Las Doce
Promesas del Sagrado Corazón
En mayo de 1673, el Corazón de Jesús le dio a Santa
Margarita María para aquellas almas devotas a su Corazón las siguientes
promesas:
* Les daré todas las gracias necesarias para su
estado de vida.
* Les daré paz a sus familias.
* Las consolaré en todas sus penas.
* Seré su refugio durante la vida y sobre todo a la
hora de la muerte.
* Derramaré abundantes bendiciones en todas sus
empresas.
* Los pecadores encontrarán en mi Corazón un océano
de misericordia.
* Las almas tibias se volverán fervorosas.
* Las almas fervorosas harán rápidos progresos en
la perfección.
* Bendeciré las casas donde mi imagen sea expuesta
y venerada.
* Otorgaré a aquellos que se ocupan de la salvación
de las almas el don de mover los corazones más endurecidos.
* Grabaré para siempre en mi Corazón los nombres de
aquellos que propaguen esta devoción.
* Yo te prometo, en la excesiva misericordia de mi
Corazón, que su amor omnipotente concederá a todos aquellos que comulguen nueve
Primeros Viernes de mes seguidos, la gracia de la penitencia final: No morirán
en desgracia mía, ni sin recibir sus Sacramentos, y mi Corazón divino será su
refugio en aquél último momento.
Ave María:
Dios te salve María llena eres de gracia el Señor
está contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de
tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la ahora de nuestra muerte. Amén.
ORACIÓN
FINAL:
Señor Jesucristo, arrodillados a tus pies,
renovamos alegremente la Consagración
de nuestra familia a tu Divino Corazón.
Sé, hoy y siempre, nuestro Guía,
el Jefe protector de nuestro hogar,
el Rey y Centro de nuestros corazones.
Bendice a nuestra familia, nuestra casa,
a nuestros vecinos, parientes y amigos.
Ayúdanos a cumplir fielmente nuestros deberes,
y participa de nuestras alegrías y angustias,
de nuestras esperanzas y dudas, de nuestro trabajo
y de nuestras diversiones.
Danos fuerza, Señor, para que carguemos
nuestra cruz
de cada día
y sepamos ofrecer todos nuestros actos,
junto con tu
sacrificio, al Padre.
Que la justicia, la fraternidad, el perdón
y la misericordia estén presentes
en nuestro hogar y en nuestras comunidades.
Queremos ser instrumentos de paz y de vida.
Que nuestro amor a tu Corazón compense,
de alguna manera, la frialdad y la indiferencia,
la ingratitud y la falta de amor
de quienes no te conocen,
te desprecian o rechazan.
Sagrado Corazón de Jesús, tenemos confianza en Ti.
Confianza profunda, ilimitada
Amén
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