sábado, 2 de junio de 2018

Novena al Sagrado Corazón - Día 4: Nuestra Vocación es el amor


Canto de entrada: Dame un nuevo Corazón


Lectura Bíblica. San Juan 15, 12-17
Este es mi mandamiento: que se amen unos a otros como yo los he amado. No hay amor más grande que dar la vida por sus amigos, y son ustedes mis amigos si cumplen lo que les mando. Ya no les llamo servidores, porque un servidor no sabe lo que hace su patrón. Los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que aprendí de mi Padre.
Ustedes no me eligieron a mí; he sido yo quien los eligió a ustedes y los preparé para que vayan y den fruto, y ese fruto permanezca. Así es como el Padre les concederá todo lo que le pidan en mi Nombre.
Ámense los unos a los otros: esto es lo que les mando.
Palabra del Señor

Tema del día: ¡OH! ¡Qué dichosa es el alma que, en la tranquilidad de su corazón, conserva amorosamente el sagrado sentimiento de la presencia de Dios! Porque su unión con la divina bondad crecerá perpetuamente, aunque de una manera insensible, y llenará todo su espíritu de su infinita suavidad. ¡Oh si oyésemos a este divino corazón cantar con voz de infinita dulzura el cántico de alabanzas a la divinidad! ¡Qué gozo, qué esfuerzos los de nuestro corazón, para lanzarse a oírle para siempre! ¡Oh amor soberano del corazón de Jesús! ¡Qué corazón te bendecirá jamás con la devoción debida! (San Francisco de Sales).

¡Madre Mazzarello fue esa alma dichosa que encontró los secretos del Corazón de Jesús!
¡Y nos los compartió!

Ánimo, cuando estés cansada y apenada ve a depositar tus preocupaciones en el Corazón de Jesús y allí encontrarás alivio y consuelo. (C 65 n.3)

Todas las cartas de Madre Mazzarello están impregnadas del amor total a Jesús, del seguimiento a Él en las alegrías y en las penas, de la confianza total en su acción. Ahora, expresamente delimitándonos al “Corazón de Jesús”, de manera explícita, lo podemos encontrar en 30 de sus 68 cartas. Es impresionante la fe, el amor y la profundidad de nuestra Madre. A continuación se pueden leer los textos entresacados de las respectivas cartas.

N.4 29 dic. 1875 Monseñor Cagliero Al despedirse: Escríbanos pronto, venga sin tardar no nos olvide en sus oraciones, acepte nuestros respetuosos saludos extensivos a todos los misioneros y créame en el Corazón de Jesús. (n.15)
N.9 27 dic. 1876 Monseñor Cagliero Al despedirse: Le pido su paterna bendición y en el Corazón de Jesús me reitero. (n.11)
N.12 17 abril 1878 Fco. Bosco (seglar) Al despedirse: Créame en el Corazón de Jesús su humildísima servidora. (n.3)
N.29 Oct.-nov.1879 Misioneras Buenos Aires Al despedirse: Cuántas cosas os escribiría aún! pero se me acaba el papel. Id al Corazón de Jesús y allí sentiréis todo lo que quiero deciros.(n.3)

Después de haber leído estos textos, sobre todo en el contexto de la carta total, queda claro el amor profundo, concreto y personal de Madre Mazzarello hacia todas las personas: personal sí, pero no exclusivo ni excluyente, ni con un corazón “encogido, sino con un corazón generoso, grande y sin temores”. Y el secreto de esta magnanimidad es que todos los días ella “bebe con gozo en las fuentes del Salvador”: se sumerge en estas aguas y llega al Corazón de Dios, y allí lleva, en su propio corazón, a todas las personas que conoce, que ama, que le son confiadas. Ella no tiene tiempo para excluir a nadie, para tener rencores o rencillas, allí, en ese Corazón Divino, solo hay tiempo para amar, para perdonar, para servir, para gozar la alegría de los encuentros, para bendecir.

Cuando uno ama desea estar cerca de la persona amada y cuando se da la “separación física” entonces se buscan otras alternativas para poder comunicarse. La carta es una de las más bellas formas donde el lugar geográfico y el tiempo real quedan superados por la palabra que permanece y que no muere. Pero, además, la carta permite ensanchar la tienda de nuestro corazón para abrirnos al conocimiento de nuevas personas que van entrando en nuestro mundo y van siendo parte de nosotras por medio de la palabra.
Madre Mazzarello lo comprendió, y aprendió a escribir, y escribió para estar siempre cerca de sus amadas hijas, las que vio crecer, y las que vio llegar, y las que no vio, pero sí conoció y amó por medio de las cartas. Pero el tiempo era limitado y las distancias demasiado largas y lejanas… y cada vez más hijas, y cada vez más lejos…

Por eso nos regaló el “secreto de los encuentros” donde no importa ni el tiempo, ni la distancia, ni el lugar, y ya ni siquiera las palabras escritas: nos mostró que el espacio más hermoso, más verdadero y donde se puede desear el bien y vivir la mayor bondad del amor, es el Corazón de Jesús.

Momento para la reflexión Personal o Comunitaria.

Las Doce Promesas del Sagrado Corazón
En mayo de 1673, el Corazón de Jesús le dio a Santa Margarita María para aquellas almas devotas a su Corazón las siguientes promesas:
* Les daré todas las gracias necesarias para su estado de vida.
* Les daré paz a sus familias.
* Las consolaré en todas sus penas.
* Seré su refugio durante la vida y sobre todo a la hora de la muerte.
* Derramaré abundantes bendiciones en todas sus empresas.
* Los pecadores encontrarán en mi Corazón un océano de misericordia.
* Las almas tibias se volverán fervorosas.
* Las almas fervorosas harán rápidos progresos en la perfección.
* Bendeciré las casas donde mi imagen sea expuesta y venerada.
* Otorgaré a aquellos que se ocupan de la salvación de las almas el don de mover los corazones más endurecidos.
* Grabaré para siempre en mi Corazón los nombres de aquellos que propaguen esta devoción.
* Yo te prometo, en la excesiva misericordia de mi Corazón, que su amor omnipotente concederá a todos aquellos que comulguen nueve Primeros Viernes de mes seguidos, la gracia de la penitencia final: No morirán en desgracia mía, ni sin recibir sus Sacramentos, y mi Corazón divino será su refugio en aquél último momento.

Ave María:
Dios te salve María llena eres de gracia el Señor está contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la ahora de nuestra muerte. Amén.

ORACIÓN FINAL:


Señor Jesucristo, arrodillados a tus pies,
renovamos alegremente la Consagración
de nuestra familia a tu Divino Corazón.
Sé, hoy y siempre, nuestro Guía,
el Jefe protector de nuestro hogar,
el Rey y Centro de nuestros corazones.

Bendice a nuestra familia, nuestra casa,
a nuestros vecinos, parientes y amigos.
Ayúdanos a cumplir fielmente nuestros deberes,
y participa de nuestras alegrías y angustias,
de nuestras esperanzas y dudas, de nuestro trabajo
y de nuestras diversiones.

Danos fuerza, Señor, para que carguemos
 nuestra cruz de cada día
y sepamos ofrecer todos nuestros actos,
 junto con tu sacrificio, al Padre.

Que la justicia, la fraternidad, el perdón
y la misericordia estén presentes
en nuestro hogar y en nuestras comunidades.
Queremos ser instrumentos de paz y de vida.

Que nuestro amor a tu Corazón compense,
de alguna manera, la frialdad y la indiferencia,
la ingratitud y la falta de amor
de quienes no te conocen,
te desprecian o rechazan.

Sagrado Corazón de Jesús, tenemos confianza en Ti.
Confianza profunda, ilimitada

Amén




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