Canto de
entrada: Dame un nuevo Corazón
Lectura
Bíblica. San Juan 15, 12-17
Este es mi mandamiento: que se amen unos a otros
como yo los he amado. No hay amor más grande que dar la vida por sus amigos, y
son ustedes mis amigos si cumplen lo que les mando. Ya no les llamo servidores,
porque un servidor no sabe lo que hace su patrón. Los llamo amigos, porque les
he dado a conocer todo lo que aprendí de mi Padre.
Ustedes no me eligieron a mí; he sido yo quien los
eligió a ustedes y los preparé para que vayan y den fruto, y ese fruto
permanezca. Así es como el Padre les concederá todo lo que le pidan en mi
Nombre.
Ámense los unos a los otros: esto es lo que les
mando.
Palabra del Señor
Tema del
día: ¡OH! ¡Qué dichosa es el alma que, en la tranquilidad de su corazón,
conserva amorosamente el sagrado sentimiento de la presencia de Dios! Porque su
unión con la divina bondad crecerá perpetuamente, aunque de una manera insensible,
y llenará todo su espíritu de su infinita suavidad. ¡Oh si oyésemos a este
divino corazón cantar con voz de infinita dulzura el cántico de alabanzas a la
divinidad! ¡Qué gozo, qué esfuerzos los de nuestro corazón, para lanzarse a
oírle para siempre! ¡Oh amor soberano del corazón de Jesús! ¡Qué corazón te
bendecirá jamás con la devoción debida! (San Francisco de Sales).
¡Madre Mazzarello fue esa alma dichosa que encontró
los secretos del Corazón de Jesús!
¡Y nos los compartió!
Ánimo, cuando estés cansada y apenada ve a
depositar tus preocupaciones en el Corazón de Jesús y allí encontrarás alivio y
consuelo. (C 65 n.3)
Todas las cartas de Madre Mazzarello están
impregnadas del amor total a Jesús, del seguimiento a Él en las alegrías y en
las penas, de la confianza total en su acción. Ahora, expresamente
delimitándonos al “Corazón de Jesús”, de manera explícita, lo podemos encontrar
en 30 de sus 68 cartas. Es impresionante la fe, el amor y la profundidad de
nuestra Madre. A continuación se pueden leer los textos entresacados de las
respectivas cartas.
N.4 29 dic. 1875 Monseñor Cagliero Al despedirse:
Escríbanos pronto, venga sin tardar no nos olvide en sus oraciones, acepte
nuestros respetuosos saludos extensivos a todos los misioneros y créame en el Corazón
de Jesús. (n.15)
N.9 27 dic. 1876 Monseñor Cagliero Al despedirse:
Le pido su paterna bendición y en el Corazón de Jesús me reitero. (n.11)
N.12 17 abril 1878 Fco. Bosco (seglar) Al
despedirse: Créame en el Corazón de Jesús su humildísima servidora. (n.3)
N.29 Oct.-nov.1879 Misioneras Buenos Aires Al
despedirse: Cuántas cosas os escribiría aún! pero se me acaba el papel. Id al
Corazón de Jesús y allí sentiréis todo lo que quiero deciros.(n.3)
Después de haber leído estos textos, sobre todo en
el contexto de la carta total, queda claro el amor profundo, concreto y
personal de Madre Mazzarello hacia todas las personas: personal sí, pero no
exclusivo ni excluyente, ni con un corazón “encogido, sino con un corazón
generoso, grande y sin temores”. Y el secreto de esta magnanimidad es que todos
los días ella “bebe con gozo en las fuentes del Salvador”: se sumerge en estas
aguas y llega al Corazón de Dios, y allí lleva, en su propio corazón, a todas
las personas que conoce, que ama, que le son confiadas. Ella no tiene tiempo
para excluir a nadie, para tener rencores o rencillas, allí, en ese Corazón
Divino, solo hay tiempo para amar, para perdonar, para servir, para gozar la
alegría de los encuentros, para bendecir.
Cuando uno ama desea estar cerca de la persona
amada y cuando se da la “separación física” entonces se buscan otras
alternativas para poder comunicarse. La carta es una de las más bellas formas
donde el lugar geográfico y el tiempo real quedan superados por la palabra que
permanece y que no muere. Pero, además, la carta permite ensanchar la tienda de
nuestro corazón para abrirnos al conocimiento de nuevas personas que van
entrando en nuestro mundo y van siendo parte de nosotras por medio de la
palabra.
Madre Mazzarello lo comprendió, y aprendió a
escribir, y escribió para estar siempre cerca de sus amadas hijas, las que vio
crecer, y las que vio llegar, y las que no vio, pero sí conoció y amó por medio
de las cartas. Pero el tiempo era limitado y las distancias demasiado largas y
lejanas… y cada vez más hijas, y cada vez más lejos…
Por eso nos regaló el “secreto de los encuentros”
donde no importa ni el tiempo, ni la distancia, ni el lugar, y ya ni siquiera
las palabras escritas: nos mostró que el espacio más hermoso, más verdadero y
donde se puede desear el bien y vivir la mayor bondad del amor, es el Corazón
de Jesús.
Momento para la reflexión Personal o Comunitaria.
Las Doce
Promesas del Sagrado Corazón
En mayo de 1673, el Corazón de Jesús le dio a Santa
Margarita María para aquellas almas devotas a su Corazón las siguientes
promesas:
* Les daré todas las gracias necesarias para su
estado de vida.
* Les daré paz a sus familias.
* Las consolaré en todas sus penas.
* Seré su refugio durante la vida y sobre todo a la
hora de la muerte.
* Derramaré abundantes bendiciones en todas sus
empresas.
* Los pecadores encontrarán en mi Corazón un océano
de misericordia.
* Las almas tibias se volverán fervorosas.
* Las almas fervorosas harán rápidos progresos en
la perfección.
* Bendeciré las casas donde mi imagen sea expuesta
y venerada.
* Otorgaré a aquellos que se ocupan de la salvación
de las almas el don de mover los corazones más endurecidos.
* Grabaré para siempre en mi Corazón los nombres de
aquellos que propaguen esta devoción.
* Yo te prometo, en la excesiva misericordia de mi
Corazón, que su amor omnipotente concederá a todos aquellos que comulguen nueve
Primeros Viernes de mes seguidos, la gracia de la penitencia final: No morirán
en desgracia mía, ni sin recibir sus Sacramentos, y mi Corazón divino será su
refugio en aquél último momento.
Ave María:
Dios te salve María llena eres de gracia el Señor
está contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de
tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la ahora de nuestra muerte. Amén.
ORACIÓN
FINAL:
Señor Jesucristo, arrodillados a tus pies,
renovamos alegremente la Consagración
de nuestra familia a tu Divino Corazón.
Sé, hoy y siempre, nuestro Guía,
el Jefe protector de nuestro hogar,
el Rey y Centro de nuestros corazones.
Bendice a nuestra familia, nuestra casa,
a nuestros vecinos, parientes y amigos.
Ayúdanos a cumplir fielmente nuestros deberes,
y participa de nuestras alegrías y angustias,
de nuestras esperanzas y dudas, de nuestro trabajo
y de nuestras diversiones.
Danos fuerza, Señor, para que carguemos
nuestra cruz
de cada día
y sepamos ofrecer todos nuestros actos,
junto con tu
sacrificio, al Padre.
Que la justicia, la fraternidad, el perdón
y la misericordia estén presentes
en nuestro hogar y en nuestras comunidades.
Queremos ser instrumentos de paz y de vida.
Que nuestro amor a tu Corazón compense,
de alguna manera, la frialdad y la indiferencia,
la ingratitud y la falta de amor
de quienes no te conocen,
te desprecian o rechazan.
Sagrado Corazón de Jesús, tenemos confianza en Ti.
Confianza profunda, ilimitada
Amén
No hay comentarios:
Publicar un comentario