jueves, 5 de diciembre de 2019

Día 7 - Diciembre 5: Encontrar la esperanza en lo incomprensible María a los pies de la Cruz.


“Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena.” 
(Juan 19:25)



En nuestra vida

A veces parece que la vida sólo nos ofrece golpes, ante los cuales es difícil contener la incomprensión y la rebeldía. “¿Qué he hecho yo para merecer esto?” “¡Nunca saldré de esta!” “Dios mío, ¿dónde estás en todo esto?”. Los golpes, nadie quiere recibirlos. El sufrimiento, a nadie le gusta. Hasta Cristo vivió la angustia del sufrimiento: «Padre mío, si es posible, que pase lejos de mí este cáliz, pero no se haga mi voluntad, sino la tuya». (Mateo 26:39) ¿Qué quiere decir entonces: aceptar el sufrimiento? ¿Cómo percibimos en la seguridad de nuestro mundo a aquellos que sufren? ¿Cómo aceptamos las pruebas, grandes o pequeñas?

Con María

María ve a su hijo humillado e insultado, y después, abrumado por el sufrimiento, clavado ante ella. Ella está ahí, y no puede hacer nada. La muerte es un desgarramiento. Para María, a quien el ángel le había dicho que su Hijo reinaría, la Cruz debía parecerle humanamente incomprensible. Pero la Virgen había dicho sí.

Misteriosamente, conserva la confianza con la que dijo sí, a Dios, en la Anunciación. Esta confianza es la fuente de su esperanza, que la hace mantenerse en pie, cerca de la Cruz. Ella no es pasiva, sino energizada por su fe en la Resurrección y el Cielo que desde ya ella ve sobre nuestras cabezas. María nos muestra que en el sufrimiento está la luz: la esperanza del amor eterno de Dios. Observémosla para mantener en nuestras vicisitudes la confianza en Dios, de la cual brota nuestra esperanza.

“María es la Madre del crucificado resucitado: permanece al lado de nuestras cruces y nos acompaña en el camino hacia la resurrección y la vida plena”. – Papa Francisco - Vaticano, Dic. 6, 2013.

María nos enseña cuán necesaria es nuestra presencia cerca de los que sufren. Al pie de la cruz, ella se compromete a amarnos de una manera única, como amó a su Hijo único. Que ella nos enseñe a ver en las personas heridas y frágiles de nuestro entorno a Cristo sufriendo.

“María ama a cada uno de sus hijos, prestando una atención particular a quienes, como su Hijo en la hora de su Pasión, están sumidos en el dolor; los ama simplemente porque son sus hijos, según la voluntad de Cristo en la Cruz” – Papa Benedicto XVI - Lourdes, Sept. 15, 2008.

Oración: 
María, tú que seguiste a tu Hijo hasta la Cruz, enséñanos a vivir nuestro sufrimiento en la esperanza. Guíanos cerca de nuestros familiares que están quebrantados por el sufrimiento.


PERSONAJE DEL DIA
Beata Laura Vicuña

La mamá, con sus dos hijas, Laura y Julia, emprende un larguísimo viaje de ocho meses hacia las pampas de Argentina. Allá encuentra un ganadero brutal y matón, y movida por su gran miseria, la pobre Mercedes se va a vivir con él en unión libre. El hombre se llamaba Manuel Mora.
En 1900 Laura es internada en el colegio de las Hermanas Salesianas de María Auxiliadora en el colegio de Junín de los Andes.
Allí, en clase de religión, al oír que la profesora dice que a Dios le disgustan mucho los que viven en unión libre, sin casarse, la niña cae desmayada de espanto. En la próxima clase de religión, cuando la religiosa empieza a hablar otra vez de unión libre, la niña empieza a palidecer. Laurita se ha dado cuenta de un gravísimo mal: su madre, el ser que ella más ama en el mundo, después de Dios y la Virgen, su mamá Mercedes, vive en pecado mortal y está en grave peligro de condenación eterna. ¡Es terrible!.
Y Laura hace un plan: ofrecerá su vida a Dios, con tal de que la mamá abandone a ese hombre con el cual vive en pecado. Comunica el plan al confesor, el Padre Crestanello, salesiano. El le dice: "Mira que eso es muy serio. Dios puede aceptarte tu propuesta y te puede llegar la muerte muy pronto". Pero la niña está resuelta a salvar el alma de la mamá a cualquier costo, y ofrece su vida al Señor Dios, en sacrificio para salvar el alma de la propia madre.

ORACIÓN DE LA COMUNIDAD
 «Yo hago nuevas todas las cosas» Papa Francisco Virgen y Madre María, que, movida por el Espíritu, acogiste al Verbo de la vida en la profundidad de tu humilde fe, totalmente entregada al Eterno, ayúdanos a decir nuestro «sí» ante la urgencia, más imperiosa que nunca, de hacer resonar la Buena Noticia de Jesús.Tú, llena de la presencia de Cristo, llevaste la alegría a Juan el Bautista, haciéndolo exultar en el seno de su madre. Tú, estremecida de gozo, cantaste las maravillas del Señor. Tú, que estuviste plantada ante la cruz con una fe inquebrantable y recibiste el alegre consuelo de la resurrección, recogiste a los discípulos en la espera del Espíritu para que naciera la Iglesia evangelizadora.Consíguenos ahora un nuevo ardor de resucitados para llevar a todos el Evangelio de la vida que vence a la muerte. Danos la santa audacia de buscar nuevos caminos para que llegue a todos el don de la belleza que no se apaga.Tú, Virgen de la escucha y la contemplación, madre del amor, esposa de las bodas eternas, intercede por la Iglesia, de la cual eres el icono purísimo, para que ella nunca se encierre ni se detenga en su pasión por instaurar el Reino.Estrella de la nueva evangelización, ayúdanos a resplandecer en el testimonio de la comunión, del servicio, de la fe ardiente y generosa, de la justicia y el amor a los pobres, para que la alegría del Evangelio llegue hasta los confines de la tierra y ninguna periferia se prive de su luz.Madre del Evangelio viviente, manantial de alegría para los pequeños, ruega por nosotros. ¡Amén! ¡Aleluya! Dado en Roma, junto a San Pedro, en la clausura del Año de la fe, el 24 de noviembre del 2013, Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo Papa Francisco

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