domingo, 1 de diciembre de 2019

Día 3 - Diciembre 1: ¡Decir SÍ da felicidad! La Acción de Gracias de María.

«Mi alma canta la grandeza del Señor, ¡mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi salvador!»
(Lucas 1:46-47)



En nuestra vida

Elegir es renunciar. Un sí siempre implica no. Decir sí a una fiesta, es rechazar otras tres. Firmar un contrato de trabajo, es dar la espalda a otros horizontes. Decir sí a una mujer o a un hombre, ¡es renunciar a todos los demás! Tendemos a ver sólo aquello a lo que renunciamos. Tenemos la impresión de dejar de lado infinitas proposiciones que siempre son más excitantes que la que hemos escogido. ¿Y si mirar hacia atrás sólo sirviera para hacernos infelices? ¿Cómo deshacernos de esa tendencia a mirar siempre el camino que no hemos tomado? Y ¿cómo aprender a amar el camino en el que estamos? ¿Cómo aprender a ver los frutos de nuestras elecciones?

Con María

Al decir que sí al ángel Gabriel, María renuncia también al futuro que había imaginado con José: una vida “normal” en Nazaret, rodeados de hijos. Pero comprende la acción de Dios, y ¡recibe los “dividendos” de su sí! El encuentro con su prima establece entre estas dos mujeres, embarazadas milagrosamente, una complicidad de la que surge un concierto de alabanza que se eleva al Cielo. El Magníficat de María es un himno a las maravillas que Dios ha hecho por ella :

« Porque ha puesto sus ojos en la humildad de su esclava; por eso, desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, ¡Santo es su nombre! »

La acción de gracias de María puede ayudarnos con un enfoque positivo a reflexionar sobre nuestras elecciones, para entonces vivirlas sin complejos y con esperanza. Liberados del vacío de esas frustraciones, podemos dar lo mejor de nosotros mismos para que nuestros síes den fruto. ¡Depende de nosotros el convertir nuestras elecciones en buenas elecciones!

Oración

María, madre del auténtico sí, danos la gracia de una fidelidad alegre a nuestros síes y convéncenos de que Dios nunca se deja ganar en generosidad.

PERSONAJE DEL DIA

Don Miguel Rua

Rúa fue el primer alumno de Don Bosco, ordenado de sacerdote, se quedó a colaborarle en su obra. Fue también el primer director de colegio salesiano y el hombre de confianza que acompañó durante 37 años al gran apóstol en todas sus empresas apostólicas. En él depositaba San Juan Bosco toda su confianza y era en todo como su mano derecha.

Cuando el Padre Rúa fue nombrado para ser director del primer colegio salesiano que se fundaba fuera de Turín, le pidió a su maestro Don Bosco que le trazara un plan de comportamiento. Este sea su plan de comportamiento: “Adquirir un modo de ser amable y bondadoso”. Miguel Rúa conservó toda su vida estos consejos y llegó a practicarlos de manera admirable.

En 1888 al morir el santo San Juan Bosco, Rúa quedo elegido como Superior General de los salesianos y en los 22 años que dirigió la Congregación Salesiana. Su exactitud era admirable. Siempre amable y bondadoso, comprensivo con todos y lleno de paciencia, pero exactísimo en el cumplimiento de todos sus deberes.

El 6 de abril de 1910, después de exclamar: "Salvar el alma, eso es lo más importante", expiró santamente. Había dedicado su vida con todo su corazón a comunicar el amor de Dios según el carisma que recibió de San Juan Bosco.

ORACIÓN DE LA COMUNIDAD

«Yo hago nuevas todas las cosas» Papa Francisco

Virgen y Madre María, tú que, movida por el Espíritu, acogiste al Verbo de la vida en la profundidad de tu humilde fe, totalmente entregada al Eterno, ayúdanos a decir nuestro «sí» ante la urgencia, más imperiosa que nunca, de hacer resonar la Buena Noticia de Jesús.
Tú, llena de la presencia de Cristo, llevaste la alegría a Juan el Bautista, haciéndolo exultar en el seno de su madre. Tú, estremecida de gozo, cantaste las maravillas del Señor. Tú, que estuviste plantada ante la cruz con una fe inquebrantable y recibiste el alegre consuelo de la resurrección, recogiste a los discípulos en la espera del Espíritu para que naciera la Iglesia evangelizadora.
Consíguenos ahora un nuevo ardor de resucitados para llevar a todos el Evangelio de la vida que vence a la muerte. Danos la santa audacia de buscar nuevos caminos para que llegue a todos el don de la belleza que no se apaga.
Tú, Virgen de la escucha y la contemplación, madre del amor, esposa de las bodas eternas, intercede por la Iglesia, de la cual eres el icono purísimo, para que ella nunca se encierre ni se detenga en su pasión por instaurar el Reino.
Estrella de la nueva evangelización, ayúdanos a resplandecer en el testimonio de la comunión, del servicio, de la fe ardiente y generosa, de la justicia y el amor a los pobres, para que la alegría del Evangelio llegue hasta los confines de la tierra y ninguna periferia se prive de su luz.
Madre del Evangelio viviente, manantial de alegría para los pequeños, ruega por nosotros. ¡Amén! ¡Aleluya!

Dado en Roma, junto a San Pedro, en la clausura del Año de la fe, el 24 de noviembre del 2013, Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo Papa Francisco

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