“María conservaba estas cosas las meditaba en su corazón” (Lucas 2:19)
En nuestra vida
Gestionar una crisis no es cuestión de improvisar, en pleno pánico, cuando la crisis ya está ahí. Se prepara con antelación: se sensibiliza a las personas involucradas, se estudian los riesgos para que en lo posible se pueda prevenir la crisis, y finalmente se establece una estrategia de vigilancia. ¿Y si toda esta energía que desplegamos en nuestra vida social, la desplegáramos también en nuestra vida interior? La fragilidad de nuestros síes proviene a menudo de una vida interior floja: si no me esfuerzo en conocerme en verdad, si no acostumbro hablar con Dios todos los días, ¿sobre qué podré apoyarme en el momento de tomar una gran decisión? ¿Cuándo fue mi última vigilia espiritual?
Con María
María tiene una vida interior sorprendente. Cuando ella medita, todo su ser se impregna de los actos de su hijo y de su vida. Su vida interior se alimenta por su relación con Dios, y con su Hijo. Ella tiene los recursos internos para elegir libremente, y para vivir su sí en el tiempo. He aquí cómo Benedicto XVI describe esta vida interior única de María:
« [María] habla y piensa con la Palabra de Dios; [...] Al estar íntimamente penetrada por la Palabra de Dios, puede convertirse en madre de la Palabra encarnada.» – Deus Caritas Est – Diciembre 25, 2005.
Para hacer crecer nuestra vida interior, imitemos a la Virgen María: vida de oración dinámica, diálogo con Dios, y familiaridad con la Palabra de Dios. Como María, tomemos el tiempo para reflexionar sobre nuestros días bajo la mirada de Dios.
“Diez minutos de oración al día... ¿Te atreves?”: ¡es todavía uno de los desafíos de las Jornadas mundiales de la juventud!
¡Hay otras formas! Recurramos a personas de confianza cuyos consejos, a largo plazo, fortifiquen nuestra vida interior, y que guíen nuestras elecciones. Sepamos también recibir los sacramentos: ¡nos dan la gracia de poner a Cristo en el centro de nuestras vidas!
Oración
María, tú que has llevado en tu seno al niño Jesús y lo conoces mejor que nadie, enséñanos a asistir a tu Hijo todos los días para agudizar nuestra conciencia y abrir nuestra alma a la gracia de decir sí.
PERSONAJE DEL DIA
Eusebia
Palomino
Nace en Cantalpino (Salamanca, España) el 15 de diciembre
de 1899. Vive una infancia pobre pero feliz y luminosa de fe en la pobrísima
casa en la que el padre, la madre y las hermanas alternan el trabajo y la
oración en un clima de amor recíproco y de caridad hacia todos. Su vida está
muy pronto señalada por fatigosas jornadas de trabajo en el servicio a las
familias del pueblo. Del padre aprendió
con vivo interés las primeras nociones de catecismo que le permiten recibir el
"Pan del Cielo" a los nueve años.
En aquella hora Sor Eusebia vive en su interior algo
grande e inefable: ha surgido una llama
de intenso amor a Jesús Sacramentado, que le da una "gran felicidad"
en cada encuentro eucarístico. Este amor la lleva a vencer toda dificultad
y a superar el tierno afecto que tiene a su familia, para consagrarse
enteramente al Señor como Hija de Mª Auxiliadora (1924).
Destinada a la casa de Valverde del Camino (Diócesis de
Huelva), es encargada de la cocina y de otros trabajos comunitarios, a los que
se entrega con amabilidad, servicio generoso y alegre disponibilidad.
Su
profundo deseo es "hacer resonar en cada casa la oración" para que en
cada alma sea honrada la Pasión del Señor. Con sus numerosas cartas se hace propagandista
incansable de la devoción a las Llagas del Señor, para obtener perdón y
misericordia para todos los pecadores. En el 1931, en vísperas de la
revolución, Sor Eusebia se ofrece víctima por la salvación de los hermanos de
España y del mundo.
Durante tres años vive grandes sufrimientos y se
acrecienta en ella el gozo de la espera del paraíso, que se le abre el 10 de
febrero de 1935.
ORACIÓN DE LA COMUNIDAD
«Yo hago nuevas todas las cosas» Papa Francisco
Virgen y Madre María, tú que, movida por el Espíritu, acogiste al Verbo de la vida en la profundidad de tu humilde fe, totalmente entregada al Eterno, ayúdanos a decir nuestro «sí» ante la urgencia, más imperiosa que nunca, de hacer resonar la Buena Noticia de Jesús.
Tú, llena de la presencia de Cristo, llevaste la alegría a Juan el Bautista, haciéndolo exultar en el seno de su madre. Tú, estremecida de gozo, cantaste las maravillas del Señor. Tú, que estuviste plantada ante la cruz con una fe inquebrantable y recibiste el alegre consuelo de la resurrección, recogiste a los discípulos en la espera del Espíritu para que naciera la Iglesia evangelizadora.
Consíguenos ahora un nuevo ardor de resucitados para llevar a todos el Evangelio de la vida que vence a la muerte. Danos la santa audacia de buscar nuevos caminos para que llegue a todos el don de la belleza que no se apaga.
Tú, Virgen de la escucha y la contemplación, madre del amor, esposa de las bodas eternas, intercede por la Iglesia, de la cual eres el icono purísimo, para que ella nunca se encierre ni se detenga en su pasión por instaurar el Reino.
Estrella de la nueva evangelización, ayúdanos a resplandecer en el testimonio de la comunión, del servicio, de la fe ardiente y generosa, de la justicia y el amor a los pobres, para que la alegría del Evangelio llegue hasta los confines de la tierra y ninguna periferia se prive de su luz.
Madre del Evangelio viviente, manantial de alegría para los pequeños, ruega por nosotros. ¡Amén! ¡Aleluya!
Dado en Roma, junto a San Pedro, en la clausura del Año de la fe, el 24 de noviembre del 2013, Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo Papa Francisco
No hay comentarios:
Publicar un comentario