martes, 3 de diciembre de 2019

Día 5 - Diciembre 3: El SÍ a prueba de tiempo María y Jesús

“Jesús le respondió: «Mujer, ¿qué tenemos que ver nosotros? Mi hora no ha llegado todavía». Pero su madre dijo a los sirvientes: «Hagan todo lo que él les diga».” (Juan 2:4-5)




En nuestra vida

JMJ – Jornadas Mundiales de la Juventud, vigilias de oración, peregrinaciones, enajo, campos Bosco: participamos en grandes eventos que son como descargas de adrenalina. Le dijimos que sí a Jesús, llenos de entusiasmo y nos comprometimos concretamente a seguirlo. Y luego en la vida cotidiana, nuestro sí se va menguando.

¡Cuántas veces no nos hemos detenido en medio de la carrera! Como si hubiéramos ido a una carrera, antes de darnos cuenta que lo que teníamos que correr era una maratón. De repente, nos falta el aire. Nuestra vida de fe se parece a esta carrera. Decirle sí a Dios todos los días no es fácil: ¿cómo decirle sí a Jesús en cada vuelta de la maratón? ¿Cómo permanecer cerca de Cristo a lo largo del tiempo?

Con María

Después de la boda de Caná, María desaparece de la vida pública de Jesús en los Evangelios, y no regresa hasta el momento del Jueves Santo. La Santísima Virgen, modelo de vida de oración y madre de Cristo, siguió a lo lejos la vida pública de su Hijo. Podemos encontrar en esta distancia las dificultades de nuestra fe. ¡Y sin embargo, María es el más bello ejemplo de fidelidad a Jesús!

Ella entiende, mejor que nadie, el sentimiento de estar lejos de Jesús, de no percibir la acción de Dios en nuestra vida, de tener que caminar en el claroscuro de la fe. En la boda de Caná, ¿no comienza Jesús a negarse públicamente a escuchar a su madre? En Cafarnaúm, no se oye decir que ella y José no sean los verdaderos padres de Jesús (ver Mateo 12: 46-50)? Estos episodios son difíciles de entender a nivel humano.

Y sin embargo, a través de ellos María mantiene una fe activa arraigada en su confianza en Dios. Ella supo toda su vida, renovar su sí original con pequeños actos cotidianos. Así ella nos muestra que cuando nos es difícil vivir nuestras vicisitudes, la clave es recurrir a Jesús, presente en la Eucaristía, y a los demás, y no encerrarse en sí mismo.

Oración

Virgen María, ayúdanos a seguir diciéndole sí a Jesús en los momentos en que nuestra fe está vacilando. ¡Enséñanos a decir sí a los demás para que nuestro sí a Dios sea duradero!

PERSONAJE DEL DIA
Santo Domingo Savio

Nació Domingo Savio en Riva de Chieri (Italia) el 2 de abril de 1842.
Era el mayor entre cinco hijos de Ángel Savio, un mecánico muy pobre, y de Brígida, una sencilla mujer que ayudaba a la economía familiar haciendo costuras para sus vecinas.
Desde muy pequeñín le agradaba mucho ayudar a la Santa Misa como acólito, y cuando llegaba al templo muy de mañana y se encontraba cerrada la puerta, se quedaba allí de rodillas adorando a Jesús Eucaristía, mientras llegaba el sacristán a abrir.
El día anterior a su primera confesión fue donde la mamá y le pidió perdón por todos los disgustos que le había proporcionado con sus defectos infantiles. El día de su primera comunión redactó el famoso propósito que dice: "Prefiero morir antes que pecar".
A los 12 años se encontró por primera vez con San Juan Bosco y le pidió que lo admitiera gratuitamente en el colegio que el santo tenía para niños pobres. Don Bosco para probar que tan buena memoria tenía le dio un libro y le dijo que se aprendiera un capítulo. Poco tiempo después llegó Domingo Savio y le recitó de memoria todo aquel capítulo. Y fue aceptado. Al recibir tan bella noticia le dijo a su gran educador: "Ud. será el sastre. Yo seré el paño. Y haremos un buen traje de santidad para obsequiárselo a Nuestro Señor". Esto se cumplió admirablemente.

ORACIÓN DE LA COMUNIDAD

«Yo hago nuevas todas las cosas» Papa Francisco

Virgen y Madre María, tú que, movida por el Espíritu, acogiste al Verbo de la vida en la profundidad de tu humilde fe, totalmente entregada al Eterno, ayúdanos a decir nuestro «sí» ante la urgencia, más imperiosa que nunca, de hacer resonar la Buena Noticia de Jesús.
Tú, llena de la presencia de Cristo, llevaste la alegría a Juan el Bautista, haciéndolo exultar en el seno de su madre. Tú, estremecida de gozo, cantaste las maravillas del Señor. Tú, que estuviste plantada ante la cruz con una fe inquebrantable y recibiste el alegre consuelo de la resurrección, recogiste a los discípulos en la espera del Espíritu para que naciera la Iglesia evangelizadora.
Consíguenos ahora un nuevo ardor de resucitados para llevar a todos el Evangelio de la vida que vence a la muerte. Danos la santa audacia de buscar nuevos caminos para que llegue a todos el don de la belleza que no se apaga.
Tú, Virgen de la escucha y la contemplación, madre del amor, esposa de las bodas eternas, intercede por la Iglesia, de la cual eres el icono purísimo, para que ella nunca se encierre ni se detenga en su pasión por instaurar el Reino.
Estrella de la nueva evangelización, ayúdanos a resplandecer en el testimonio de la comunión, del servicio, de la fe ardiente y generosa, de la justicia y el amor a los pobres, para que la alegría del Evangelio llegue hasta los confines de la tierra y ninguna periferia se prive de su luz.
Madre del Evangelio viviente, manantial de alegría para los pequeños, ruega por nosotros. ¡Amén! ¡Aleluya!

Dado en Roma, junto a San Pedro, en la clausura del Año de la fe, el 24 de noviembre del 2013, Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo Papa Francisco

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