NOVENO
DÍA:
07
- septiembre
ORAMOS
POR EL AUMENTO DE LA FE, LA ESPERANZA Y LA CARIDAD
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ILUMINACIÓN
DEL ENCUENTRO:
(1Co 13, 4-13): El amor es paciente y muestra
comprensión. El amor no tiene celos, no aparenta ni se infla. No actúa con
bajeza ni busca su propio interés, no se deja llevar por la ira y olvida lo
malo. No se alegra de lo injusto, sino que se goza en la verdad. Perdura a
pesar de todo, lo cree todo, lo espera todo y lo soporta todo. El amor nunca
pasará. Las profecías perderán su razón de ser, callarán las lenguas y ya no
servirá el saber más elevado. Porque este saber queda muy imperfecto, y
nuestras profecías también son algo muy limitado; y cuando llegue lo perfecto,
lo que es limitado desaparecerá. Cuando era niño, hablaba como niño, pensaba y
razonaba como niño. Pero cuando me hice hombre, dejé de lado las cosas de niño.
Así también en el momento presente vemos como en un espejo, confusamente, pero
entonces las veremos cara a cara. Ahora conozco en parte, pero entonces
conoceré como soy conocido. Ahora, pues, son válidas la fe, la esperanza y el
amor; las tres, pero la mayor de estas tres es el amor.
Palabra de
DIOS. Respondemos: Te alabamos, Señor
REFLEXIÓN: Los
Santos Padres piensan que María no fue un instrumento puramente pasivo en las
manos de Dios, sino que cooperó a la salvación de los hombres con fe y obediencia
libres. Por eso no pocos Padres antiguos, afirman gustosamente que lo atado por
la virgen Eva con su incredulidad, fue desatado por la Virgen María mediante su
fe, y comparándola con Eva, llaman a María, Madre de los vivientes, afirmando
con mayor frecuencia que la muerte vino por Eva, la vida por María. Continúa
diciendo la Lumen Gentium, que la Santísima Virgen cooperó a la obra del
Salvador con la obediencia, la fe, la esperanza y la ardiente caridad con el
fin de restaurar la vida sobrenatural de las almas. Y por eso María es nuestra
madre en orden de la gracia. San Ambrosio nos enseño que la Madre de Dios es
tipo de la Iglesia en el orden de la fe, de la caridad y de la unión perfecta
con Dios. Creyendo y obedeciendo, engendró en la Tierra al mismo Hijo del
Padre, sin conocer varón y cubierta del Espíritu Santo, como una nueva Eva, que
presta su fe exenta de toda duda al mensaje de Dios. Mientras la Iglesia ha
alcanzado en la Santísima Virgen la perfección, los fieles luchan todavía por
crecer en santidad, venciendo enteramente el pecado, y por eso levantan sus
ojos a María, que resplandece como modelo de Virtudes para toda la comunidad de
fieles (cf. Const.Dog. Lumen Gentium, cap.VIII). Pero para poder imitar a María
en las virtudes, primero hay que conocer cómo las vivió, para poder después
asumir la responsabilidad de vivirlas como Ella lo hizo. Y para iniciarnos en
este apasionante camino de la imitación de María, debemos concretar las diez
principales virtudes de la Santísima Virgen, que enumera Antonio Royo Marín,
siguiendo al santo francés San Luis María Grignon de Monfort, y son las
siguientes: Su profunda humildad, su fe vivísima, su obediencia ciega, su
oración continua, su mortificación total, su pureza divina, su caridad
ardiente, su paciencia heroica, su dulzura angélica y su sabiduría celestial. Esta
enumeración de sus virtudes puede parecernos que María por su perfección es
inalcanzable, inimitable, pero Ella era un ser humano, de carne y hueso, sí es
verdad que dotada de enormes privilegios por Dios Padre, pero mujer como
nosotras, madre y esposa, amiga y compañera. Por eso merece la pena (la vida)
introducirnos en profundidad en cómo transcurrió su vida, cómo la vivió
virtuosamente, cuál era su papel en la Economía de la Salvación, cómo sigue
intercediendo por toda la Humanidad en los tiempos actuales….etc.
OREMOS: Virgen del Valle, te pedimos que nos
transformes en personas de bien, y que nuestra vida sea un si incondicional a
la voluntad de Dios. Tú serás la luz y guía de esta familia que hoy te proclama
madre. Bendice nuestro trabajo y comparte con nosotros lo que Dios nos socorre.
AMEN.
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REZO DE
LOS MISTERIOS DEL DÍA
Momento de Acción de Gracias
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ORACIÓN
FINAL: Con un Rosario entre las manos y una dulce mirada misericordiosa tu
imagen, purísima, nos ha hecho hermanos, ¡OH VIRGEN DEL VALLE!, Oh virgen
gloriosa, patrona de los marineros y oriente venerada, por el amor de estos,
tus hijos, de mares y que siempre te rodean de perlas. Por eso, te rogamos que
siempre nos protejas. Guíanos madre purísima, por un mar tranquilo de paz,
devoción y amor hacia tu hijo Jesús. AMEN.
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