Canto de
entrada: Dame un nuevo Corazón
Lectura
Bíblica: Jn 4, 7-10
Queridos míos, amémonos unos a otros, porque el amor
viene de Dios. Todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios.
El que no ama no ha conocido a Dios, pues Dios es
amor.
Miren cómo se manifestó el amor de Dios entre
nosotros: Dios envió a su Hijo único a este mundo para que tengamos vida por
medio de él.
En esto está el amor: no es que nosotros hayamos
amado a Dios, sino que él nos amó primero y envió a su Hijo como víctima por
nuestros pecados.
Palabra de Dios.
Tema del
día: Historia de la Devoción al Sagrado Corazón en la vida de Don Bosco
Para Don Bosco, el Corazón de Jesús es la más
grande expresión del amor y de la misericordia de Dios. Por eso, él es un
“apóstol fervoroso” de su devoción. Se une así a una extraordinaria corriente
de grandes promotores de esta devoción en la Iglesia (san Bernardo, san Juan
Eudes, san Francisco de Sales, santa Margarita María de Alacoque, etc.).
Innumerables son, en efecto, las riquezas
celestiales que el culto tributado al Sagrado Corazón infunde en las almas: las
purifica, las llena de consuelos sobrenaturales y las mueve a alcanzar las
virtudes todas. Don Bosco captó y vivió la esencia de la devoción al Corazón de
Jesús, bebió de sus aguas y las dio a
beber a los jóvenes y a las gentes, para que los tesoros de Su Amor y
Misericordia fueran su fortaleza y su alegría. Veamos entonces, algunos de los
aspectos de esta relación de Don Bosco con el Corazón de Jesús.
En los años de Don Bosco seminarista- en ciertos
sectores prevalecía la orientación rigorista, en sus diferentes expresiones4;
en esta línea
algunos moralistas, por ejemplo, ponían tantas dificultades a la
absolución sacramental que orillaban al pecador a la desesperación. Acercarse
con frecuencia a la comunión era señal de irreverencia. Rechazaban las
prácticas de piedad sencillas, las que mueven a la confianza en Dios. No
aceptaban la devoción al Sagrado Corazón, ni a la Virgen, por el mismo motivo.
Para contrarrestar esta situación, se había creado
en Turín la Residencia Eclesiástica. El director espiritual de Don Bosco, Don
José Cafasso, impartía lecciones en esta residencia, por tanto invitó a Don
Bosco, recién ordenado, para que completara su formación sacerdotal en este
centro (1842-1844). En las líneas de trasfondo8 se encuentra la doctrina y el
estilo de San Francisco de Sales y de San Alfonso de María Ligorio, y la
influencia de los jesuitas. De aquí se consolidará el amor y devoción de Don
Bosco al Sagrado Corazón de Jesús.
Además, en sus años de sacerdote vivió bajo el
pontificado de Pío IX y León XIII, quienes promovieron, de manera más
universal, esta devoción. En 1856, Pío IX extendió la fiesta a toda la Iglesia,
y en 1875, consagró la Iglesia al Sagrado Corazón de Jesús. Más adelante –ya
Don Bosco en el Cielo- León XIII, en 1899, consagró el Género Humano al Sagrado
Corazón de Jesús, Annum Sacrum.
El mismo Don Bosco explica que la devoción al
Sagrado Corazón de Jesús existió en todos los tiempos; se remonta a la cuna del
cristianismo, y se desarrolla prodigiosamente, desde el principio, porque el
mismo Jesús quiso invitar a todos los hombres a ir a él y aprender de él, manso
y humilde corazón; porque de su corazón brotó el don más excelente, el
sacramento de la Eucaristía; porque en la cruz quiso abrir su corazón y
mantenerlo misericordiosamente abierto para servir de refugio a todos sus
hijos.
Don Bosco goza por el vigor y la pujanza que la
devoción al Sagrado Corazón de Jesús alcanza en su tiempo y exalta
especialmente al gran papa León XIII que la impulsa y difunde “y no deja pasar
circunstancia alguna sin hablar de ella y propagarla”. En este contexto sitúa
él mismo el ofrecimiento que el Papa le hizo para construir la gran basílica de
Roma, “primer templo del mundo dedicado al Sagrado Corazón”. En su edificación,
pone Don Bosco todo su amor y toda su vida.
También en España queda el signo de su devoción y
de su amor en el templo del Tibidabo de Barcelona. Cuando para perpetuar el
recuerdo de su visita a la ciudad condal, se le ofrece la propiedad del monte
Tibidabo a fin de que se levante un templo al Sagrado Corazón de Jesús, Don
Bosco, después de agradecer la donación, dice: “Ahora que está casi terminada
la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús en Roma, hay que estudiar la manera de
promover cada vez más la devoción del Sagrado Corazón de Jesús… Con vuestra
ayuda surgirá pronto sobre este monte un santuario dedicado al Sagrado Corazón
de Jesús; en él tendrán todos comodidad para acercarse a los santos sacramentos
y se recordará por siempre vuestra caridad y la fe de la que habéis dado tantas
y tan hermosas pruebas”. Así es. El Sagrado Corazón de Jesús se alza en la
cumbre del Tibidabo, acogiendo con los brazos y el corazón abiertos a todos,
dispuesto siempre a entregar su amor y misericordia entrañable.
Don Bosco estaba consciente que él no vería ni
iniciada la obra, pero en su visión de futuro y en su confianza total en sus
sucesores, sabría que sería una realidad, y no solo en España, sino que la
devoción al Sagrado Corazón de Jesús, se extendería por todo el mundo. Cabe
aquí leer algunos fragmentos de la Carta21 que el gran misionero salesiano,
Santiago Costamagna, escribió el 5 de julio de 1887, desde Buenos Aires,
Argentina, a Don Rúa.
Momento de
Reflexión
Las Doce
Promesas del Sagrado Corazón
En mayo de 1673, el Corazón de Jesús le dio a Santa
Margarita María para aquellas almas devotas a su Corazón las siguientes
promesas:
* Les daré todas las gracias necesarias para su
estado de vida.
* Les daré paz a sus familias.
* Las consolaré en todas sus penas.
* Seré su refugio durante la vida y sobre todo a la
hora de la muerte.
* Derramaré abundantes bendiciones en todas sus
empresas.
* Los pecadores encontrarán en mi Corazón un océano
de misericordia.
* Las almas tibias se volverán fervorosas.
* Las almas fervorosas harán rápidos progresos en
la perfección.
* Bendeciré las casas donde mi imagen sea expuesta
y venerada.
* Otorgaré a aquellos que se ocupan de la salvación
de las almas el don de mover los corazones más endurecidos.
* Grabaré para siempre en mi Corazón los nombres de
aquellos que propaguen esta devoción.
* Yo te prometo, en la excesiva misericordia de mi
Corazón, que su amor omnipotente concederá a todos aquellos que comulguen nueve
Primeros Viernes de mes seguidos, la gracia de la penitencia final: No morirán
en desgracia mía, ni sin recibir sus Sacramentos, y mi Corazón divino será su
refugio en aquél último momento.
Ave María:
Dios te salve María
llena eres de gracia
el Señor está contigo; bendita tú eres
entre todas las mujeres, y bendito es el fruto
de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros,
pecadores, ahora y en la ahora de nuestra muerte.
Amén.
ORACIÓN
FINAL:
Señor Jesucristo, arrodillados a tus pies,
renovamos alegremente la Consagración
de nuestra familia a tu Divino Corazón.
Sé, hoy y siempre, nuestro Guía,
el Jefe protector de nuestro hogar,
el Rey y Centro de nuestros corazones.
Bendice a nuestra familia, nuestra casa,
a nuestros vecinos, parientes y amigos.
Ayúdanos a cumplir fielmente nuestros deberes,
y participa de nuestras alegrías y angustias,
de nuestras esperanzas y dudas, de nuestro trabajo
y de nuestras diversiones.
Danos fuerza, Señor, para que carguemos
nuestra cruz
de cada día
y sepamos ofrecer todos nuestros actos,
junto con tu
sacrificio, al Padre.
Que la justicia, la fraternidad, el perdón
y la misericordia estén presentes
en nuestro hogar y en nuestras comunidades.
Queremos ser instrumentos de paz y de vida.
Que nuestro amor a tu Corazón compense,
de alguna manera, la frialdad y la indiferencia,
la ingratitud y la falta de amor
de quienes no te conocen,
te desprecian o rechazan.
Sagrado Corazón de Jesús, tenemos confianza en Ti.
Confianza profunda, ilimitada
Amén
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