Lectura del santo evangelio según san Juan (12,20-33): Predicador: Pbro. Víctor Tarazona
En aquel tiempo, entre los que habían venido a celebrar la fiesta había algunos griegos; éstos, acercándose a Felipe, el de Betsaida de Galilea, le rogaban: «Señor, quisiéramos ver a Jesús.»Felipe fue a decírselo a Andrés; y Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús.Jesús les contestó: «Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre. Os aseguro que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este. mundo se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo premiará. Ahora mi alma está agitada, y ¿qué diré?: Padre, líbrame de esta hora. Pero si por esto he venido, para esta hora. Padre, glorifica tu nombre.»Entonces vino una voz del cielo: «Lo he glorificado y volveré a glorificarlo.»La gente que estaba allí y lo oyó decía que había sido un trueno; otros decían que le había hablado un ángel.Jesús tomó la palabra y dijo: «Esta voz no ha venido por mí, sino por vosotros. Ahora va a ser juzgado el mundo; ahora el Príncipe de este mundo va a ser echado fuera. Y cuando yo sea elevado sobre la tierra atraeré a todos hacia mí.»Esto lo decía dando a entender la muerte de que iba a morir.
Reflexión:
A veces nos dejamos llevar por nuestros miedos y fantasmas, temblamos ante la posibilidad de hacer real en nuestras vidas el amor de Dios. Hoy el Señor nos llama la atención acerca de este Amor. Un amor que se entrega generosamente y que podemos contemplar en la Cruz. La cruz no es un sinónimo de derrota, ya no es expresión del mal, porque ha sido expulsado el príncipe de este mundo. La Cruz es la muestra de máximo amor de Dios, que se abaja para que tengamos vida y vida en abundancia. Y es también la expresión de la máxima obediencia humana, el Hijo que humillandose aprendió a obedecer.Es una obediencia y fidelidad al Amor de Dios que estamos llamados a vivir aún en medio de nuestros miedos y dificultades del camino.¿Cómo vivir esta obediencia y fidelidad? Por medio del servicio. Del amor-hecho-acto.
Les dejo el comentario de Monseñor Felipe Bacarrezza Rodríguez (Obispo de Santa María de los Ángeles-Chile)
Morir para dar vida
En el Evangelio de este V Domingo de Cuaresma Jesús anuncia abiertamente la inminencia de su muerte. Antes, en diversas ocasiones, los judíos habían intentado matarlo, pero esos intentos había fracasado, porque, según explica el evangelista, “todavía no había llegado su hora” (Jn 7,30; 8,20). Ahora Jesús declara: “Ha llegado la hora”. Ahora esos intentos alcanzarán su objetivo.
Jesús explica el sentido de su muerte próxima tomando una comparación de la naturaleza: “En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y no muere, queda él solo; pero, si muere, da mucho fruto”. Aplicada a la vida humana, esta afirmación es tan contraria a nuestra inclinación natural y tan incomprensible para nuestra inteligencia, que Jesús la hace preceder de la fórmula propia de la revelación: “En verdad, en verdad os digo”. Nos está revelando algo: no se da vida, si no se muere.
Al ser humano le ha sido dada esta vida terrena por un breve lapso de tiempo –difícilmente supera los noventa años- y ella es susceptible de ser vivida en el egoísmo o en el amor. ¿De qué depende una u otra alternativa? Depende de lo que cada uno haga con su vida. Si alguien quiere disfrutar cada minuto de su vida sirviéndose de las cosas y de las personas como objetos de su propio placer, será infecundo y quedará sumido en la soledad propia del egoísmo; al final, inevitablemente perderá su vida, porque “el que ama su vida, la perderá”. En cambio, si alguien entrega su vida, olvidándose de sí para procurar el bien de los demás, será fecundo, es decir, dará origen a mucha vida; y esta vida propia que ha entregado no la ha perdido, sino que la ha guardado para recuperarla eternamente, pues “el que odia su vida en este mundo, la guardará para una vida eterna”.
Esta enseñanza de Jesús nos permite discernir qué hay en el fondo de la mentalidad anticonceptiva que se está difundiendo en nuestra sociedad y que en estos últimos días se ha hecho más evidente con el anuncio por parte de las autoridades de la difusión de la “píldora del día después”. Se trata de negarse por todos los medios a dar vida, incluso eliminando en su inicio la vida ya concebida, es decir, optar por la infecundidad. Es que la fecundidad se opone el goce egoísta y obliga al compromiso; la fecundidad exige entregar la vida. Con la campaña anticonceptiva, en realidad, se difunde el modelo de “granos de trigo” que no quieren morir; su destino es quedar solos. Así comprendemos cuán opuesta es esa mentalidad a los valores del Evangelio.
Según la enseñanza de Jesús el amor verdadero no existe, si no se entrega la vida. Él establece una ecuación entre el amor y la entrega de la propia vida cuando dice: “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos” (Jn 15,13). Y el mismo apóstol Juan asegura: “En esto hemos conocido lo que es el amor: en que él dio su vida por nosotros. También nosotros debemos dar la vida por los hermanos” (1 Jn 3,16). En los días de la Semana Santa que ya se acercan vamos a contemplar el amor que nos ha tenido Jesús. Él dio su vida para que nosotros vivamos, para que nosotros tengamos vida eterna.
QUIERO VERTE JESUS
Es sólo un deseo, pero cuando los deseos son hermosos nos llevan a ti.El Espíritu es el que hace nacerlos deseos en el corazón.A ti, Jesús, te gustan los deseosde quien quiere verte.Cuando te encuentras con alguienque te busca, detienes tu caminoy lo miras. Quiero verte, Jesús.Quiero conocerte.Quiero tener experiencia de tu amistad.Quiero participar de tu Vida.Dime tu Palabra, Jesús. Muéstrame tu rostro. AMÉN
PARA NUESTRA MEDITACIÓN
1. Unos griegos se acercan a Jesús y le dicen: “Queremos ver a Jesús”. Ellos representan a todos los seres humanos. Todos somos buscadores de Dios, de la felicidad, del amor, del sentido de la vida, de la esperanza, de la plenitud, de la verdad y la belleza. En el camino de la vida también nos encontramos con personas que nos hagan esa petición: ¡queremos ver a Jesús! ¡Queremos que nos muestres a Jesús! ¿Sabremos satisfacer ese deseo? ¿Sabremos mostrarlo a Él? ¿Anhelo ver a Jesús?
2. Para Jesús la cruz no es una fatalidad, es una opción. “Nadie me quita la vida, yo la doy...” La muerte en cruz es el resultado de la coherencia de su vida. Jesús habla como actúa y actúa como habla. ¿Cómo vivo esta coherencia de vida entre lo que digo y lo que hago? ¿A qué me llama Dios a morir para producir fruto abundante según su voluntad?
3. ¿Qué actitud tengo ante la muerte? ¿Pienso alguna vez en ella? ¿En la de tantas personas que mueren a causa de las injusticias y la insolidaridad? ¿En la de las personas queridas? ¿Lo hago con temor, con resignación, con esperanza?
No hay comentarios:
Publicar un comentario