martes, 5 de enero de 2016

Pastoral Ministerial: Formación de Agentes – Enero 2016

“Jesús de Nazaret como fuente primordial 
de Espiritualidad Pastoral”

Salvador Valadez, Espiritualidad Pastoral. Paulinas.

La figura de Jesús Buen Pastor constituye la encarnación de la solidaridad y de la misericordia de Dios con su pueblo. Su vida y ministerio son el cumplimiento de la promesa de un Pastor-Mesías, hecha por Dios, a través de los profetas:

“Porque así dice el Señor Yahvé: Aquí estoy yo; yo mismo cuidaré de mi rebaño y velaré por él. Como un pastor vela por su rebaño cuando se encuentra en medio de sus ovejas dispersas, así velaré yo por mis ovejas--- Yo mismo apacentaré mis ovejas y yo las levaré a reposar, oráculo del Señor Yahvé” (Ez 34, 11-15)

De los diversos títulos que se le dan a Jesús en los evangelios, algunos son aceptados por Él (Maestro, Hijo de Dios, Hijo del hombre), otros son corregidos o simplemente evadidos (Mesías). Pero hay uno que merece especial atención por tratarse de un título que Jesús se da a sí mismo: el de Buen Pastor, el mismo que en Antiguo testamento sólo se le daba a Yahvé, único y verdadero Pastor de Israel. (cf. Sal 23, 1-4). ¿Cómo se dio este paso de Yahvé Pastor a Jesús Pastor? ¿Qué implicaciones tiene esto en el ministerio pastoral de la Iglesia?

Dios-Pastor en el Antiguo Testamento

Israel heredó de Egipto y Mesopotamia la costumbre de llamar a Dios pastor. Pero Él le da una originalidad propia. Su experiencia como pueblo de pastores contribuyó para plasmar su relación con Yahvé como su único Pastor. La idea de que solamente Dios es el pastor de su pueblo estuvo arraigada fuertemente en la piedad popular de Israel, desde sus orígenes (cf. Gn 48, 15). Pero es sobre todo a lo largo de los salmos y en la literatura profética en torno al destierro (año 586), donde se consolida la idea de “Yahvé, Pastor de Israel” (cf. Sal 23; 28,9; 74,2; Jr 23,2; 31,10; 50,17; Ez 34,11-16; Is 40,10-11; 49,9-10; M 4,6-7; 7,14) Se sugiere escoger algunos para ser comentados y reflexionados.

El Profeta Ezequiel nos ofrece un espléndido cuadro sobre los reyes-pastores y sobre Dios, el verdadero pastor de Israel (cf. Ez 34,1-31). Denuncia que el rebaño anda disperso por el descuido de los malos pastores; advierte que Yahvé les quitará el oficio de apacentar a las ovejas del rebaño, que Dios será el inmediato pastor de Israel y promete que suscitará un príncipe-pastor que los apacentará en la paz y la justicia. 

Miqueas, por su parte, retoma la figura del pastor y la aplica al fututo pastor Mesías davídico (Mq 4, 1-5) que encontrará su pleno cumplimiento en Jesús. 

De todos los textos bíblicos del A.T., en los que aparece la terminología explícita, se pueden ver al menos veinte verbos que especifican la acción pastoral de Yahvé. Pero resaltan entre ellos cuatro funciones fundamentales: 

a) Yahvé es el pastor que guía a su pueblo de Israel. (cf. Éxodo 15,13. Sal 23,2-3)
b) Yahvé es el pastor que provee (y cuida) a su rebaño de lo necesario para la vida, sobre todo agua y pasto. (cf. Sal 23,1-2. Is 49,10)
c) Yahvé es el pastor que liberta, busca, saca de, reúne, salva y hace entrar en la tierra. (cf. Ez 34, 10-11. Jr 23,3. Zac 9,1-6)
d) Yahvé es el pastor que hace alianza. (cf. Ez 34,27. Zac 13,7. Jn 10)

Jesús es el Mesías-Pastor prometido

El tema veterotestamentario del pastor encuentra su culminación en Nuevo testamento y su máximo cumplimiento en Jesús. Analizando, a la luz de N.T. las profecías acerca del Mesías-Pastor, no hay duda que ese Mesías-Pastor prometido por Dios es Jesús de Nazaret el cual, conforme a las tradiciones de su pueblo, debía ser ungido por el mismo Dios con el Espíritu Santo. Esto se cumplió cuando fue bautizado en el Jordán, según palabras de Pedro: Hch 10, 37-38.

Jesús recibe el bautismo de conversión impartido por Juan pero apenas terminado “el bautismo en agua”, recibe de parte de Dios el “bautismo en el Espíritu” (cf. Mt 3,16-17. Mc 1,10-11. Lc 3,21-22. Jn 1,32-34). La significación teológica de este hecho está en la fuerte experiencia que Jesús tiene de su filiación divina y de su futura misión de proclamar el Reino de Dios. Se trata de un Espíritu de fortaleza, misericordia, compasión, solidaridad, que invadirá al Mesías-profeta, para poder evangelizar a los pobres, sanar los corazones destrozados… (cf. Lc 4,18-19). Después que el Espíritu Santo entró en Jesús, tomó posesión de Él  lo ungió con sus dones y carismas; de manera que todo su ministerio pastoral es acompañado por el Espíritu Santo. 

Jesús es el Buen Pastor

Jesús conoce la tradición bíblica acerca del pastor y poco a poco va descubriendo y asumiendo su identidad y misión: “La parábola del pastor y de la oveja perdida” (cf. Mt 18, 12-14. Lc 15,4-7) y el relato del Buen Pastor constituyen un auténtico “autorretrato” de Jesús. El termino pastor no es, por tanto, un mero título, sino expresión de un comportamiento original, capaz de revelar la alianza y la fidelidad de Dios, comprometido con su pueblo hasta las últimas consecuencias. 

- Para responder en la parroquia y exponer en el encuentro de agentes

¿Qué consecuencias trae para la pastoral el hecho de que Jesús sea el único y verdadero pastor?

¿Qué implicaciones tiene para nosotros (agentes de pastoral), el hecho de que Jesús haya sido ungido por el Espíritu santo como pastor y guía? 

No hay comentarios:

Publicar un comentario