Lectura del santo evangelio según san Marcos (1,14-20):
Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía: «Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio.»Pasando junto al lago de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que eran pescadores y estaban echando el copo en el lago. Jesús les dijo: «Venid conmigo y os haré pescadores de hombres.» Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Un poco más adelante vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes. Los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon con él.
Predicador: Pbro. Victor Tarazona sdb
La alegría de la conversión
En la primera lectura se nos narra el anuncio de Jonás y la conversión de los ninivitas. Es el relato de la eficacia de la Palabra de Dios, que se cumple, a pesar del mensajero, porque, en efecto, Jonás no es el más convencido de que debe anunciar la conversión a Ninive, de hecho, no se esfuerza mucho en convencerles, pero la Palabra de Dios actúa en los corazones de quienes escuchan, y éstos se convierten.
La conversión, así, es en primer término alegría para Dios, quien desea que todos los corazones se conviertan y empredan esa revisión de vida que impregna a toda la persona humana, no sólo un aspecto de la misma.
Si las palabras de uno que no estaba del todo convencido, calaron en el pueblo ninivita, ¡cuánto más la palabra de Jesús quien está absolutamente convencido del mensaje que vive y anuncia!
En lo de Jesús sólo hay vivencias, nada de palabras vacías… Jesús es el apasionado por el Reino por excelencia, nos transmite no la ilusión de un porvenir quién sabe cuándo, sino la convicción de un proyecto, del proyecto de Dios para los seres humanos, para cada uno de nosotros.
Jesús habla de Dios, del Reino de Dios, en éste nuestro tiempo cumplido, nuestro tiempo favorable, no debemos esperar más, no podemos esperar más, todas las promesas de Dios se realizan en nuestro hoy concreto, por ello se nos acerca el Reino de Dios, éste no es una utopía que nunca veremos realizada, es una esperanza que se empieza a cumplir, a vivenciar, en nuestro presente, porque se nos es dada como un regalo para que empecemos a disfrutar, en el ya pero todavía no, en el ahora que sólo tendrá su plenitud al final de los tiempos.
Este tiempo favorable pide de nosotros la conversión, que no es otra cosa que afinar nuestros corazones a Dios, procurar vivir lo de Dios, pensar como Dios, sentir como Dios…. En otras palabras, configurarnos a Cristo.
El proyecto de Dios no es en solitario, se realiza en el encuentro, en la relación, por ello Jesús forma comunidad, la comunidad de sus seguidores y seguidoras, no personas que no tienen nada qué hacer, sino personas trabajadoras que han de saber dar el todo por Cristo, Toda la existencia, no un poco nada más….
“Tú, el Cristo,
ofreces un tesoro de Evangelio,
depositas en nosotros un don único,
el de ser portadores de tu vida.
Pero, para que sea evidente
que la irradiación viene de ti
y no de nosotros,
has depositado este don insustituible
en vasos de arcilla,
en corazones de pobres,
tú vienes a tomar un lugar
en la fragilidad de nuestros seres,
allí y no en otra parte.
Entonces, sin que sepamos cómo,
haces de nosotros, tan insuficientes y vulnerables,
la irradiación de tu presencia entre los hombres”.
Hermano Roger de Taizé (+2005)
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