Cuando se celebró el
Capítulo Inspectorial Especial (CIE: 10 de junio de 1971 - 5 de enero de 1972),
en Ciudad Guayana no había Salesianos. Sin embargo, la mítica leyenda de “El
Dorado” parecía hacerse realidad. Inmensas chimeneas se alzaban hacia lo alto,
lingotes de hierro y barras de aluminio salían de sus hornos, las plantas
hidroeléctricas y el Sistema Interconectado de las líneas de transmisión de
electricidad nos hacían pensar en tierras soñadas y creer que sí estaba
surgiendo el nuevo Dorado. Y San Félix y Puerto Ordaz, hermanadas y unidas por
modernos puentes, hacían renacer fundadas esperanzas y se convertían en motivo
de atracción para tantos y tantas que aspiraban a nuevas metas en sus vidas.
Agresivamente concebida, y en ritmo progresivo de crecimiento, Ciudad Guayana
se incorpora a la topografía del río Caroní, a sus parques y a sus saltos, el
primero entre todos, el salto de “La Llovizna”.
El campo se
presentaba propicio y prometedor para la acción de los Salesianos. El Capítulo
Inspectorial Especial de 1972 tomó la decisión de un viraje audaz y siguiendo
la línea apostólica de San Juan Bosco aprobó una progresiva y valiente
reubicación de la presencia salesiana, determinando que fuera con carácter de
urgencia tanto en los polos de desarrollo, como en zonas de marginados, sin
excluir por ello a los más favorecidos. Casi por unanimidad —56 votos sobre 59—
el Capítulo Especial aprobó la propuesta de abrir cuanto antes una obra juvenil
en Ciudad Guayana. Y en ese marco de belleza y tierra de promisión se
instalaron tres hijos de Don Bosco.'(16)
(16). Cfr. MERINO G. Amador, “Don Bosco en Ciudad Guayana”, en Boletín Salesiano de Venezuela, Año XXVI, N 2, marzo-abril 1975, pp.16-21.
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