sábado, 30 de noviembre de 2019

Día 2 – Noviembre 30: Comprometer su SÍ María y San José.

«María, su madre, estaba comprometida con José; [...] concibió un hijo por obra del Espíritu
Santo.» (Mateo 1:18)


En nuestra vida

No sabemos cómo decir síes de verdad, tendemos a retractarnos. En las redes sociales, ¿acaso no vivimos vidas llenas de opciones, decimos sí a todo y luego cancelamos en el último momento? ¿O respondiendo un “sí quizás” que nunca se convierte en sí firme? De hecho, nuestros síes nos dan miedo porque debemos responder por ellos. ¿Cómo volver a aprender a decir un verdadero sí, que de verdad nos compromete.

Con María

María y San José dijeron que sí. Es un sí que los compromete y que se prometieron a repetirlo todos los días. María confía en San José: suben juntos de Nazaret a Belén, antes del nacimiento de Jesús, y luego huyen a Egipto con el niño. No pueden prever las consecuencias de su primer sí. Sin embargo, al pronunciarlo también dijeron que sí a lo inesperado, a veces dramático, de sus vidas.

“Que nuestra palabra sea sí, si es sí, no, si es no” (Mateo 5,37)

María y San José no dijeron “sí, quizás” sino síes enteros y responsables, para con Dios y para con el otro. Y esos síes, pudieron darlos porque se tomaron el tiempo para buscar la voluntad de Dios para ellos. San José no dice sí a la ligera: ¡no duerme en toda la noche! La pasa rezando. En oración, comprende que Dios le pide que reconsidere su decisión y que se lleve a María a su casa: su sí es el fruto de un discernimiento, que compromete toda su libertad.

Oración

María, ayúdanos a pronunciar síes de verdad y a responder por ellos ante Dios y ante los que nos rodean, tanto en los pequeños detalles como en los más grandes.

PERSONAJE DEL DIA

Mama Margarita

                Corría el año 1848 cuando, con un cariño especial, acompañó a su hijo Juan en su camino hacia el sacerdocio y fue entonces, a sus 58 años, cuando abandonó su casita y tranquilidad en su pueblo y le siguió en su misión entre los muchachos pobres y abandonados de Turín. Aquí, durante diez años, madre e hijo unieron sus vidas con los inicios de la Congregación salesiana. Ella fue la primera y principal cooperadora de Don Bosco y, con su amabilidad hecha vida, aportó su presencia maternal al Sistema Preventivo.

                Fue así como, aún sin saberlo, llegó a ser la «cofundadora» de la Familia Salesiana, capaz de formar a tantos santos, como Domingo Savio y Miguel Rúa. Era analfabeta pero estaba llena de aquella sabiduría que viene de lo alto, ayudando, de este modo, a tantos niños de la calle, hijos de nadie. Para ella Dios era lo primero, así consumió su vida en el servicio de Dios, en la pobreza, la oración y el sacrificio.


                Murió a los 68 años de edad, en Turín, un 25 de noviembre de 1856. Una multitud de muchachos que lloraban por ella como por una madre, acompañó sus restos al cementerio.

ORACIÓN DE LA COMUNIDAD

«Yo hago nuevas todas las cosas» Papa Francisco

Virgen y Madre María, tú que, movida por el Espíritu, acogiste al Verbo de la vida en la profundidad de tu humilde fe, totalmente entregada al Eterno, ayúdanos a decir nuestro «sí» ante la urgencia, más imperiosa que nunca, de hacer resonar la Buena Noticia de Jesús.
Tú, llena de la presencia de Cristo, llevaste la alegría a Juan el Bautista, haciéndolo exultar en el seno de su madre. Tú, estremecida de gozo, cantaste las maravillas del Señor. Tú, que estuviste plantada ante la cruz con una fe inquebrantable y recibiste el alegre consuelo de la resurrección, recogiste a los discípulos en la espera del Espíritu para que naciera la Iglesia evangelizadora.
Consíguenos ahora un nuevo ardor de resucitados para llevar a todos el Evangelio de la vida que vence a la muerte. Danos la santa audacia de buscar nuevos caminos para que llegue a todos el don de la belleza que no se apaga.
Tú, Virgen de la escucha y la contemplación, madre del amor, esposa de las bodas eternas, intercede por la Iglesia, de la cual eres el icono purísimo, para que ella nunca se encierre ni se detenga en su pasión por instaurar el Reino.
Estrella de la nueva evangelización, ayúdanos a resplandecer en el testimonio de la comunión, del servicio, de la fe ardiente y generosa, de la justicia y el amor a los pobres, para que la alegría del Evangelio llegue hasta los confines de la tierra y ninguna periferia se prive de su luz.
Madre del Evangelio viviente, manantial de alegría para los pequeños, ruega por nosotros. ¡Amén! ¡Aleluya!

Dado en Roma, junto a San Pedro, en la clausura del Año de la fe, el 24 de noviembre del 2013, Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo Papa Francisco




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